Por David Lee Paradójicamente a lo que debería suceder de acuerdo a las circunstancias, la inseguridad representa un tema del cual todos nos preocupamos pero pocos nos ocupamos. Pese a que en materia de seguridad el 90% del éxito lo representa la prevención, el 5% la forma en la que podamos reaccionar y el 5% restante depende meramente del factor de la suerte, mucha gente considera que éste último es, en realidad, su única alternativa. El temor ante la posibilidad de ser victimizados es una realidad ineludible en la que vivimos inmersos, en mayor o menor medida, unos y otros. Aunado a ello, el incremento en la percepción de la inseguridad provocado por la desinformación de la gente, que únicamente se entera de lo que pasó en los medios de comunicación pero que remotamente se ocupa de averiguar el por qué suceden de las cosas y, mucho menos, el cómo prevenirlas, nos propone un reto enorme para quienes apostamos por la prevención.
No obstante, el miedo ha servido a muchos, para concretar buenos negocios en torno al fenómeno: los comerciantes de productos y servicios de seguridad.
Si bien es necesario reconocer que la sociedad debe invertir en equipamiento para elevar sus niveles de seguridad, asimismo es necesario reconocer que, acompasado a dicha inversión, debe considerarse la educación, en este caso, en materia de prevención. Resulta penoso observar a un comerciante llegar a una comunidad y pretender, en primera instancia, educar a la gente y sensibilizarla respecto del problema de la inseguridad, para inmediatamente después proponer sus productos y servicios como la respuesta necesaria y fundamental para la atención de la problemática. Más penoso resulta aún, cuando en su acercamiento a la comunidad con pláticas y supuestos cursos de prevención de delitos, muestra a los asistentes láminas, grabaciones o videos con contenidos amarillistas y un discurso totalmente persuasivo que, desde la perspectiva del miedo, logra perfectamente su objetivo: vender. No obstante, la sociedad pretendía o podría, más allá de ser equipada, ser educada. Lo peor del caso es que la gente, después de haber vivido este tipo de experiencia de acercamiento a la seguridad, se muestra renuente a atender otro tipo de dinámica, pues considera que será en una u otra forma "más de lo mismo". Es fundamental el cambiar estos enfoques. Los comerciantes deben asumirse, más que como simples mercaderes de productos en un mercado en boga, como empresarios que demuestren, sin importar su tamaño, su sentido de responsabilidad social, atendiendo las necesidades de sus clientes desde la perspectiva de sus clientes mismos, comprendiendo sus expectativas pero orientándolos a satisfacer no solo los aspectos de forma, sino además los de fondo que en realidad son los más importantes. En ese sentido, podríamos apelar a un verdadero cambio social, con el cual apostemos juntos por un bien vivir y un mejor porvenir. |
Eduardo Cossin
PODEMOS ELEGIR COMO CONDUCIRNOS EN LA VIDA Y ESTO DETERMINARA LA CALIDAD DE VIDA QUE TENGAMOS .
CONTROL EMOCIONAL E INFORMACION ESPECIFICA NOS BRINDA SEGURIDAD EN NUESTRO ACCIONAR DIARIO .
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sábado, 10 de noviembre de 2012
EL MIEDO VENDE PERO NO EDUCA
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