Por David Lee
A los mexicanos les preocupa el robo a casa habitación y, no obstante que el 57.5% de la población mayor de edad considera que la inseguridad y la delincuencia es el principal problema del país, por encima del desempleo y la pobreza, poca gente se ocupa en realidad de la seguridad en su propio hogar.
En México, de acuerdo con la última encuesta de victimización realizada por el Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI), en 2011 el 30% de los hogares del país, es decir, 9 millones 261 mil 721, fueron afectados en alguna medida por los delincuentes. En términos cuantitativos, los daños ascienden a 211.9 mil millones de pesos, equivalente al 1.38% del Producto Interno Bruto.
Ese mismo año, los ciudadanos invirtieron en medidas preventivas 52.4 mil millones de pesos; sin embargo, de acuerdo con el sexto informe del Reporte de Indice Delictivo de la Cd. De México (RINDE) del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, en el 70% de los robos a casa habitación, la víctima fue abordada al llegar a su domicilio y entró junto con el delincuente. En el 20% de los casos los asaltantes ingresaron al hogar mediante algún engaño y en el resto de los casos el robo se cometió sin la presencia de personas en la casa.
Lo anterior pone de manifiesto que, más que adquirir productos, los ciudadanos requieren urgentemente implementar políticas y procedimientos de seguridad en su hogar.
Resulta evidente que "no sólo con equipos se asegura el hombre". Si bien la inversión en equipos y dispositivos es indispensable, igualmente indispensable resulta el invertir en capacitación tanto en el uso y aprovechamiento de los mismos, pero mas allá respecto de los protocolos de seguridad que se deben seguir a nivel personal, familiar, comunitario, laboral, escolar y social.
Si bien es cierto que el buen juez por su casa empieza, tambien es cierto que en nuestro hogar, en materia de seguridad, nuestros mejores aliados son nuestros propios vecinos. Valdría la pena reflexionar respecto del tema y, aprovechando la temporada de los buenos propósitos, llevar a cabo un programa de vigilancia vecinal para que el año entrante podamos gozar, en nuestra comunidad, de mejores niveles de bienestar y, sobre todo, de seguridad.